¿Qué pasa en el movimiento estudiantil hoy?


Apuntes para el debate

Por Santiago y Pato

Si desde el 2010 no vemos al movimiento estudiantil[1] universitario protagonizar grandes luchas, una mirada superficial podría sugerir que “no pasa nada”. En la UBA, durante los últimos años, hubo poco movimiento estudiantil activo organizado por fuera de las corrientes políticas que intervienen en la universidad a pesar del creciente clima de politización. A esto tenemos que sumarle que durante la década kirchnerista amplios sectores del estudiantado[2] fueron alejándose del clima «2001», donde la perspectiva de ascenso social mediante una carrera universitaria estaba muy debilitada, para ser parte de un reverdecer de las expectativas de ascenso social individual, que el Estado fomento mediante becas y un sistema de cooptación académico, y que se sumaba a un crecimiento económico que beneficio a amplios sectores de las clases medias.  Estudios como el de Sandra Carli dan cuenta de algunos de estos aspectos.

Sin embargo durante estos últimos años también asistimos a un crecimiento importante de la militancia universitaria “de izquierda”, en un sentido amplio, y al desembarco y desarrollo de agrupaciones kirchneristas. Este fenómeno, si bien en general se dio “en frio” no dejaba de ser interesante ya que llevaba a la UBA a contar con unos 1500 militantes organizados en corrientes. Si uno ve “la foto” con 9 de 13 Centros de Estudiantes, una Federación “en manos de agrupaciones de izquierda” y 1500 militantes, cabe imaginarse un poderoso movimiento estudiantil activo de varias decenas de miles que se movilicen por la educación pública, ante los escandalosos fallos por Marita Veron o Mariano Ferreyra, ante la desaparición de Severo, el Proyecto X, el 20N, en apoyo a las luchas o por poner sus conocimientos al servicio de los trabajadores… pero no. Como decíamos acá esta enorme fuerza militante está adaptada hasta la medula a ser la pata izquierda del régimen universitario jugando el rol de garantizar el statu-quo, en una institución al servicio de la clase dominante, mediante su adaptación a ser maquinarias electorales que van “de facultad en facultad”  para mantener los espacios de “gestión” de los Centros pero nunca poniendo la misma fuerza para las luchas o el desarrollo de un movimiento estudiantil.

El caso de Marea Popular es una muestra impecable de todo esto. Una corriente que se reivindica como “la nueva izquierda” y sin embargo hoy mantiene relaciones con lo mar rancio del kirchnerismo, al cual ya le ha entregado varios dirigentes, mientras se dedica a usar los Centros de Estudiantes para meterse cada vez más en la “pelea institucional” (léase encontrar algún carguito en el estado). Los compañeros del PO con quienes tenemos muchos más acuerdos a nivel programático, y por eso compartimos el FIT que hoy es la referencia de la izquierda a nivel nacional, sin embargo en la universidad se adaptan y reproducen la misma idea de Centros de estudiantes “de servicios” y acuerdos sin ningún principio y malos finales (como ya auguraban ellos mismos acá).

En momentos en que la situación amerita una intervención decidida del movimiento estudiantil (luchas estudiantiles, obreras, causas democráticas, inundaciones, etc), estas corrientes actúan como una losa burocrática impidiendo el desarrollo de los fenómenos más progresivos.

Algo cambia

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Sin embargo hoy vemos cómo al calor del fin de ciclo del kirchnerismo (que como hemos visto en los últimos meses involucra todo tipo de crisis) “hay algo nuevo” que se viene desarrollando desde abajo en el movimiento estudiantil y comienza mostrar los primeros destellos frente a determinados fenómenos políticos y sociales, aun contra la pasividad fomentada por las conducciones de los centros de estudiantes y las federaciones.
En La Plata, luego de las inundaciones, se organizaron asambleas masivas por facultad con 500 estudiantes en Humanidades y una gran asamblea inter estudiantil con más de 700 personas que discutieron las responsabilidades políticas del crimen social y como organizar la solidaridad activa del movimiento estudiantil con los inundados. En rosario, mas de mil estudiantes se reunieron en asambleas y plenarios en Psicología, Ciencia Política y Humanidades y Artes, contra la LES, la CoNEAU y la reforma de los planes de estudio. En la UBA surgieron distintos procesos: en Sociales, un comité de solidaridad con los inundados de cerca de 100 personas organizo un exitoso festival al que participaron 600 personas para juntar donaciones levantando la denuncia: “Que cristina, Macri, Scioli y Bruera se hagan responsables”, del cual estuvieron a la cabeza los activistas “no agrupados”. En FADU 400 estudiantes debatieron sobre las inundaciones y el rol de los arquitectos. En el IUNA de Dramáticas, también organizaron un festival al que participaron mas de 200 estudiantes. En Filo, una asamblea (con la reticencia de la Mella) fue el puntapié de la respuesta estudiantil al crimen social de la plata y posteriormente, unos 500 estudiantes de la carrera de Historia vienen discutiendo sobre la necesidad de democratizar el cogobierno. En Psicología, a pocas horas de la brutal represión en el borda, la bronca desatada llevo a que cursadas enteras bajaran a dar una clase publica que se convertiría en una asamblea improvisada y corte de calle para discutir los pasos a seguir. Durante la semana, decenas de estudiantes de esa facultad se acercaron al Borda y el Jueves, una nueva asamblea convoco a mas de 200 estudiantes, donde dos tercios eran “no agrupados”, algo histórico en una facultad donde durante 10 años (conducción del PO) casi no hubieron asambleas. Si a esto le sumamos la movilización, por fuera de los Centros, el día que se leía la sentencia en el juicio por Mariano Ferreyra podemos ver que hay un proceso profundo en el movimiento estudiantil que muestra una sensibilidad social, motorizada principalmente por demandas democráticas, que es antiburocratico (y por eso choca con las conducciones de los centros del “modelo FUBA”), y que tiende a empalmar con las ideas de la izquierda que comenzó a emerger. El techo de este incipiente movimiento estudiantil no está determinado de antemano.

¿Qué es lo que se está expresando?

El movimiento estudiantil ha sido históricamente una «caja de resonancia» de las contradicciones entre las clases sociales, anticipando fenómenos profundos. Tenemos que preguntarnos qué es lo que resuena hoy en un movimiento estudiantil altamente politizado pero que recién comienza a mostrarse.

¿Es la crisis de hegemonía en la etapa senil del kirchnerismo lo que le empieza a dar a muchos estudiantes la “intuición” de que la idea de un progreso individual mediante la academia es solo una zanahoria que choca con la crisis económica y que tiene como su expresión más cruda los crímenes sociales de los últimos años?

¿Es la misma dinámica del “nunca menos” la que los lleva a no conformarse con las migajas que ha tirado el kirchnerismo y empieza a cuestionar el status quo?

¿Es que hay capas del estudiantado que ven salir las cacerolas de teflón a la calle, que empiezan ver al  movimiento obrero en escena como en el 20N, que ve a un kirchnerismo intentando activamente no perder su poder profundizando sus rasgos bonapartistas, todo esto en un marco de grandes crímenes sociales y fenómenos políticos, y empiezan a querer ser parte activa de la realidad política? 

Estos actos introductorios que estamos viendo se dan en una situación donde todos los sectores sociales  perciben  que “la normalidad” en Argentina ya no es tal y la perspectiva (especialmente post electoral) solo marca que vamos a mayores choques entre las clases sociales.

Por un nuevo movimiento estudiantil, una intervención que rompa la rutina 

En muchos de estos casos las movidas que se organizaron espontáneamente fueron en contra (y a veces a pesar del boicot activo) de la orientación de las conducciones de los Centros de estudiantes y Federaciones, que actuaron burocráticamente pretendiendo continuar sus agendas propias en vez de poner todo en juego para movilizar al movimiento estudiantil. Por eso desde la Juventud del PTS nos jugamos a colaborar e impulsar las asambleas, comisiones, festivales, peleando por bajar cursos enteros y tratando de conmover la rutina y la “normalidad” de la vida universitaria.

En esta pelea, fuimos confluyendo con decenas de nuevos activistas sobre dos puntos centrales: la necesidad de la respuesta del movimiento estudiantil ante estos hechos y, como producto de la experiencia en la acción, la crítica a los métodos burocráticos de las conducciones que aportan a la desmovilización, a la pasividad y no al desarrollo de la auto organización estudiantil.

El último Congreso de la FUBA es un claro ejemplo de esto. En momentos donde empieza a surgir algo nuevo La Mella y el PO (sumado a sus satélites),  se empecinaron en armar un Congreso que no permitiera que nada de esto se expresara llegando al papelón de hacer el plenario de cierre un sábado a las 12 de la noche en un sótano.
Pero más allá del accionar de las corrientes también es cierto que otra característica de esta situación es el aumento de los debates entre las distintas tendencias en el seno del movimiento estudiantil, y es necesario alentarlas. Junto a la intervención y experiencia en la lucha de clases ligándose a los sectores clasistas y antiburocráticos de la clase obrera, la clarificación política de los programas y estrategias de las distintas corrientes constituye un elemento fundamental para precipitar la formación de los próximos organizadores de un nuevo movimiento estudiantil que rompa la rutina universitaria y se proponga intervenir junto a los trabajadores y el pueblo pobre.

En una Argentina que ha visto un movimiento estudiantil gorila, como en el 55,  un movimiento estudiantil ligado a la clase obrera, como en el Cordobazo, y un movimiento estudiantil que, como sujeto, no jugó ningún rol clave en el 2001 las perspectivas no están cerradas a ninguna opción y probablemente una gran parte de su destino como actor social dependa de las luchas políticas que se desarrollen en este periodo. Desde la Juventud del PTS venimos desde hace años aportando en el sentido de ir moldeando un movimiento estudiantil auto-organizado, impulsando la inter-facultades del 2005 y la inter-estudiantil del 2010, mostrando en hechos concretos la unidad obrero-estudiantil como fue el gran ejemplo de la lucha de Kraft, los debates político ideológicos impulsando que los centros tengan sus propias publicaciones, como la que sacamos desde el CEFyL  (y que la Mella abortó), y por sobre todo mostrando que el camino que hay que seguir es el de la independencia política dando pelea contra quienes salian a marchar con la Sociedad Rural y también con aquellos que ven en el gobierno alguien a quien no hay que combatir o estigmatizar.

Hoy empalmar con estos nuevos sectores que surgen en el movimiento estudiantil, partiendo de sus demandas más sentidas y de los cuestionamientos a las conducciones burocráticas de los Centros es parte de comenzar a dar la pelea por que este surgimiento empiece a romper la rutina en las Facultades y empiece a fusionar sus demandas con la de los trabajadores. Pensar en esta perspectiva, en un momento donde el fin de ciclo kirchnerista asegura mayores choques entre las clases es prepararse pensar cómo enfrentar a los capitalistas, el Estado y las fuerzas represivas, retomando y superando las experiencias del Cordobazo y el Mayo Francés. Es por esto, que consideramos fundamental la apuesta a un movimiento estudiantil auto organizado, democrático y combativo.

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[1] Consideramos movimiento estudiantil a la vanguardia política de la totalidad de los estudiantes. Son aquellos que se tienden a reconocer como parte de la vida política de las facultades de alguna manera (votando en las elecciones de centros, participando de las asambleas, comisiones, etc).
[2] La totalidad de los estudiantes de una estructura.