Por Ludmila
3 de abril de 2002, María de los Ángeles Verón es secuestrada por tratantes, privada de su libertad para ejercer por fuerza la prostitución.
8 de febrero de 2012, comienza el juicio por el caso de Marita, titulado David Gustavo Iñigo y otros s/ Privación Ilegítima de la Libertad y Promoción de la Prostitución en Concurso Víctima, María de los Ángeles Verón.
11 de diciembre de 2012, la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán absuelve a los trece imputados en el proceso judicial, librando la desaparición de Marita a la impunidad más absoluta.
12 de diciembre de 2012, multitudes se movilizan en todo el país haciendo bandera de su indignación por el vergonzoso fallo y reclamando a viva voz justicia por Marita Verón.
13 de diciembre de 2012, presenta su renuncia el ministro de Seguridad de la provincia de Tucumán.
Pero, ¿cómo podría llegar a darse siquiera una ínfima justificación? ¿De qué manera puede argumentarse en favor de proxenetas, policías, funcionarios y demás culpables del secuestro y trata de una mujer? La respuesta resulta amargamente simple, el fundamento está en la sociedad. Si bien una persona en sí misma, el cuerpo, la materia, no resulta en absoluto rentable, llevarse a Marita era un buen negocio por ser una mujer y, por lo tanto, socialmente convertible en un objeto, en una mercancía. Sigue leyendo